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sábado, 8 de abril de 2017

UPATA, PUERTA DEL TURISMO GUAYANES

La Sultana del Yokoima; Villa de San Antonio de Upata; Rosa del Bosque o de la Montaña, como la llamó el escritor guariqueño Celestino Peraza en su obra costumbrista “Leyendas del Caroní” o simplemente Upata, se encuentra ampliamente favorecida tanto por su ubicación geográfica y estratégica como por su clima suave y cálido casi todo el año que la colocan en una posición realmente privilegiada para emprender desde ahora mismo, un futurista Núcleo de Desarrollo Endógeno Turístico a nivel interno que satisfaga todos los gustos y expectativas.
            Este Núcleo de Desarrollo Endógeno puede comenzar por tres columnas principales a saber:
1.   Levantar un Censo o Inventario sobre las infraestructuras turísticas existentes en el Municipio Piar (hoteles, moteles, restaurantes, posadas, comedores, museos, iglesias, centros culturales, bibliotecas, monumentos naturales y el patrimonio histórico y cultural, etc); 
2.   Emprender en la población, una campaña de Concientización sobre la importancia social del turismo en nuestro tiempo y las inmensas posibilidades económicas que ofrece para nativos, visitantes e inversionistas.
3.   Iniciar un rescate de la Nomenclatura del Municipio Piar ( Upata, El Pao y El Manteco), para que tanto pobladores como turistas, conozcan donde están ubicados los servicios básicos que demanda esta actividad, entre otros, hoteles, restaurantes, centros asistenciales, vialidad, teléfonos de emergencia, centros de distribución de alimentos, etc.

Más adelante vendría la gran tarea: ¿Por donde empezar?; ¿Cómo empezar? ¿Y con quien o con qué empezar?. Interrogantes que parecen que hablan por sí solas a simple vista. Pero las repuestas son más complejas de lo que suponemos. Basta decir por ahora que tenemos que empezar este trabajo sin pérdida de tiempo para colocar a la ciudad de Upata, donde debió estar ubicada hace años. Erguida como un potencial polo turístico, agroindustrial y cultural de primer orden, porque tiene valiosos antecedentes en estos aspectos que se pierden en los laberintos de la historia regional.


PIEDRA SANTA MARIA, MIRADOR TURISTICO DE UPATA.

A estas condiciones naturales, climáticas y geográficas, se unen otros eslabones imprescindibles, sin los cuales sería imposible llevar a cabo, el fomento y promoción del turismo a pequeña o gran escala. Nos referimos a la gastronomía, artesanía, dulcería y servicios que requiere o demanda todo turista o viajero que visita un pueblo o ciudad en su afán por conocer su historia, su gente, su tierra, sus costumbres, tradiciones, su cultura y sus paisajes y monumentos naturales.
         Sabemos que por tradición, Upata siempre sobresalió en toda la Guayana, por su excelente gastronomía, de gran calidad y demanda, rica, variada y balanceada, jamás rechazada ni despreciada, con platos criollos locales, regionales y nacionales, pero conservando en todo momento, el perfil gastronómico auténtico y puro que heredó de las generaciones pasadas, quienes nos legaron todo un conjunto de conocimientos y consejos del arte culinario, desde el más práctico, económico, popular y alimenticio plato elaborado en nuestros campos y fundos  como ( la cachapa, el bollo de maíz tierno, el majarete, la arepa, la mazamorra, el palo a pique y el sancocho de gallina etc) hasta el más aristocrático y costoso plato de la cocina venezolana junto con una variada dulcería tradicional  que hoy tiene gran demanda y fama a nivel nacional e internacional.


           VIRGEN DE LA PAZ EN EL CERRO GUACARAPO.


Unido a está tradición como un cordón umbilical, marchan los servicios  públicos de la ciudad, disponiendo de buena vialidad entre Upata, San Félix y Puerto Ordaz, enlazadas a través de una dinámica autopista de 45 kilómetros que facilita el traslado rápido de turistas y pasajeros desde Santa Elena de Uairén hacia el Sur y Oriente de Venezuela y viceversa y comunicada con los demás pueblos del Sur Guayanés con carreteras asfaltadas y adecuada señalización; dispone de agua abundante traída desde Guri, uno de los grandes logros de la democracia venezolana para la ciudad; cuenta con una pequeña cadena de hoteles, restaurantes, posadas y otros en construcción para comodidad de los visitantes en todas las épocas del año; la cobertura telefónica es magnífica con el servicio de telefonía de discado directo nacional e internacional, telefonía celular activa e Internet; servicio eléctrico en condiciones inmejorables, cloacas en toda la ciudad; líneas urbanas y extraurbanas organizadas; televisión por cable; ocho emisoras de radio, cinco universidades nacionales, siete (7) empresas forestales (aserraderos); excelente producción agropecuaria a su alrededor y tal vez lo más importante, gente amable, noble y hospitalaria, siempre con deseo de extender la más cordial y grata bienvenida a los turistas y viajeros que llegan a Upata.
         En razón de estos valiosos antecedentes y factores de gran peso, este valle esplendoroso es sin duda alguna, UPATA, LA PUERTA DEL TURISMO GUAYANES.      


















LA POBLACION DE UPATA SE DIRIGE EN SEMANA SANTA A        BAñARSE   EN LAS RIVERAS DEL  LAGO DE GURI  POR LA VIA
HACIA  EL MANTECO.


Porque en este Valle de gran luminosidad y bellezas naturales, es donde empieza la fascinante aventura del turismo del Sur Guayanés.
         Cuando el turista regrese a su punto de origen y vuelva a Guayana, seguramente querrá visitar otra vez a Upata para disfrutar de su excelente gastronomía, de su dulcería criolla, de su clima siempre primaveral, calcinante a veces y de las atenciones de sus habitantes.
         En Upata, pues, es el punto de partida de la gran aventura que jamás olvidarán viajeros y turistas en general.
         Existen otras razones geopolíticas que inciden en la posibilidad de promover un turismo de aventuras, ecológico y cultural, ya que la ciudad de Upata, está próxima a las milenarias montañas del Macizo Guayanés, como El Supamo, donde habitan pájaros multicolores de gran vistosidad como el águila Arpía y que pueden ser observadas desde Paradores para observar aves, exóticos lugares en la ruta El Manteco -El Bocón, buscando las fronteras de la Laguna Canaima con hermosos paisajes y saltos que envuelven al hombre en las alas de la imaginación y la aventura, existe el llamado agroturismo que puede ser desarrollado en numerosas fincas y hatos que disponen de lagunas con cría de peces ornamentales y la elaboración del típico casabe y queso de mano upatense, faenas ligadas ancestralmente a la economía de Upata y sus alrededores.
         Es posible que el turista tanto nacional como internacional que traspasa esta estratégica ruta turística de Upata (troncal 10), quiera detenerse para envolverse en estos procesos agroindustriales y turísticos y saber que en estas tierras se adelantan importantes proyectos de inversión.
         Un bien concebido y planificado Plan de Turismo Interno sólido y estructurado desde todos los ángulos, generaría ingresos y divisas para la ciudad de Upata y el Municipio en general, aprovechando al máximo, los recursos turísticos disponibles tales como los escenarios naturales, los eventos artísticos, culturales, deportivos, religiosos y sociales que cada año tienen lugar en nuestra entidad geográfica municipal.
A ello se le debe agregar la necesidad de implementar la dotación de una infraestructura turística que incluya la restauración y modernización de la red de hoteles, moteles y restaurantes que tiene Upata, aparte de la necesidad de que se instale en forma definitiva el Museo Histórico y tradicional de Upata, la construcción de numerosas Posadas y Paradores Turísticos que junto con las mejoras a la vialidad y los servicios públicos como agua, electricidad, cloacas, teléfonos, mejores programas de radio, la formación de GUÍAS DE TURISMO y la organización  de los eventos que cada año tienen lugar en Upata (Carnavales, Semana Santa, Velorios de Cruz de Mayo, Fiestas de San Antonio de Pádua,  Patrono de Upata, la celebración del Día del Ganadero y del Coleador, la fecha de fundación de la ciudad, la temporada de vacaciones escolares, la celebración del Día Mundial del Turismo, algunas fechas locales y la temporada decembrina, convertirían en Upata, en la verdadera PUERTA DEL TURISMO GUAYANES.
La ciudad tiene valiosos iconos turísticos, religiosos y culturales en distintos lugares, su dulcería, gastronomía y la belleza de sus mujeres, ya tantas veces elogiadas a nivel nacional, empujarían a Upata, hacia otros estadios productivos de la economía como es el Turismo, generador de tantos recursos económicos y de tan importante proyección social, cultural y económica. Tres vallas publicitarias a todo color con un mensaje de bienvenida a los turistas completaría la promoción de la ciudad, pero hay que empezar por educar y capacitar a los ciudadanos cumpliendo con los apostolados educativos de Simón Rodríguez y su discípulo, Simón Bolívar. Sin esta etapa, todo proyecto moriría en el intento..
Hagamos pues de UPATA, LA PUERTA DEL TURISMO GUAYANES.


PLAYA DEL  HATO HORIZONTE EN LA RUTA TURISTICA
UPATA-EL MANTECO, MUNICIPIO PIAR DEL ESTADO BOLIVAR.
FOTOGRAFIA DE PEDRO QUIJADA MARCO.

LA SEMANA SANTA EN UPATA

La celebración de la Semana Santa en Upata hunde sus raíces en los mismos tiempos coloniales, pasando por las guerras de Independencia para adquirir gran fuerza y tradición a principios del Siglo XX, cuando grupos de familias pudientes y también gente humilde del pueblo se abocan al trabajo sostenido por la difusión de la fé cristiana y el recordatorio de las etapas que vivió Jesucristo desde su nacimiento hasta su crucifixión.
        Desde el año 1899, cuando Don Antonio Rodríguez, rico y acaudalado comerciante upatense, padre que fuera del Doctor Carlos Rodríguez Jiménez, Hijo Ilustre de Upata, mandó a construir el Santo Sepulcro con el ebanista y músico caraqueño Juan Vicente Gutiérrez hasta hace poco años, la tradición de las procesiones apoteósicas se ha conservado con muy pocas variaciones dice la escritora Isaura Gómez de Ayala.
       Antes de 1899, el Sepulcro de Upata era blanco, forrado en raso como las urnas para sepultar a los niños fallecidos. Don Antonio Rodríguez tuvo la feliz idea de mandar a construir un Sepulcro que fuese réplica del Santo Sepulcro de la Iglesia de San Francisco en Caracas. Este Sepulcro reposa actualmente en la Iglesia Parroquial San Antonio de Pádua en Upata.
         En el se puede admirar la magistral obra de madera tallada, con flores en altos y bajos relieves ejecutada y burilada artísticamente por el Maestro Juan Vicente Gutiérrez cuyo nombre lleva la Banda del Ejecutivo Regional con sede en Upata.
      El Sepulcro durante muchos años fue guardado celosamente en la antigua casona de Doña Francisca de Gómez, madre que fuera de la Maestra Isaura Gómez de Ayala, la cual estuvo ubicada en la Calle Sucre frente a la Plaza Bolívar de Upata. Luego de la muerte de Doña Francisca, el Sepulcro fue trasladado a la Iglesia San Antonio de Pádua.
        Regresando a la construcción del Santo Sepulcro upatense, fue necesario que el ebanista y músico caraqueño Juan Vicente Gutiérrez y el rico empresario Don Antonio Rodríguez viajaran a Caracas a observar el modelo del Sepulcro de la capital venezolana, cuya obra acabada resultó exactamente igual.
             El Sepulcro salía en procesión el Viernes Santo a las tres de la tarde desde la casa de los Rodríguez Jiménez. Don Antonio iba adelante del paso del Sepulcro para guiar la marcha de los cargadores, quienes voluntariamente se ofrecían para llevar sobre sus hombros tan preciada carga.
            El Cristo que aún se conserva en el Sepulcro es de madera tallada en España. Sus brazos son de gozne y este mismo Cristo, el Jueves Santo, es llevado en la Cruz, al estirársele los brazos.
            Dos filas de hombres iban haciendo guardias, cada uno con un máuser confeccionado en madera, tan exactos que parecen reales y que aún se conservan.

            Para entonces era costumbre que niñas de la Primera Comunión sesenta angelitos abrían el Paso del Sepulcro. Hoy esta tradición última ya no existe.


EN ESTA ANTIGUA GRÁFICA OBSERVAMOS LA PROCESIÓN DEL SANTO SEPULCRO EN LA UPATA DE 1.940. COROTOTECA DEL HISTORIADOR PEDRO QUIJADA MARCÓ.

Ramilletes de flores se iban deshojando al paso de la Procesión, una multitud de fieles inundaban con su presencia, las calles Urdaneta, Sucre, Bolívar y Miranda, respectivamente. Dos horas se demoraba esa Procesión, Salía a las tres de la tarde y entraba a la iglesia a las cinco de la tarde, donde el sacerdote leía las siete palabras que Jesucristo dijo en la Cruz. Terminados estos oficios religiosos, otra vez a las seis de la tarde salía la procesión del Santo Sepulcro, seguido de la Santísima Virgen, San Juan y la Cruz o el Sudario.
     Siempre el pueblo de Upata acompañó al Santo Sepulcro porque nació con una decidida vocación cristiana la cual se conserva hasta hoy.
         De mano en mano pasaban las paraparas que recogían al pié del árbol de paraparo que estaba sembrado al Sur de la Plaza Bolívar de Upata.
       Este hermoso árbol fue manado a cortar por un Prefecto mandón, rabioso y mediocre de los tantos que ha habido en Upata, porque ensuciaba la Plaza. Con una historia más o menos igual a los Prefectos de hoy. Siempre con la ignorancia y la brutalidad por el medio.
        La Banda “Juan Vicente Gutiérrez” siempre entonando el Popule Meus que compusiera el músico de la época colonial caraqueña José Angel Lamas.
         La Procesión nunca varió a pesar de que Don Antonio Rodríguez se marchó de Upata. Pero le siguió Doña Francisca de Gómez. Y luego el Sepulcro lo guiaba Don Simón Bolívar Maíz y sus hijos.
         Así como también lo hacen en la actualidad, Juan Bautista Riveras, Bartolo Somoza, Oscar Haro, Juan Bremond, Pedro Bolívar, Macario González, Hermenegildo Arias, Oscar José Haro, Rafael Carpio, Jaime Lenard, Cruz Parra, Porfirio Núñez y muchos otros.


La quema del Judas en la Piedra Santa María,
  es  una de las tradiciones que en Upata tiene más
de cien años de vigencia.


Pero a quien no podemos olvidar en esta altísima y cristiana labor es el fallecido Miguel Bolívar (Miguelote), quien durante años estuvo apegado a esta tradición religiosa del pueblo upatense.
       Sobre las tradiciones típicas valga la pena detallar que nunca ha fallado en la mesa del upatense, el consumo del famoso pastel de morrocoy a pesar de que este quelonio ha sufrido una persecución implacable; la Quema de judas que por más de medio siglo es llevada a cabo en las piedras Santa María y Bogarín con lectura de testamento y demás; el juego de la parapara casi desaparecido, las comuniones y los bautizos que jamás fallan en esta Semana santa que a estas alturas luchan por su vigencia y permanencia.


A la izquierda está Cruz Parra, al centro está
Don  Simón  Bolívar Maíz  y a la derecha,
el Señor Miguel Bolívar (Miguelote).

Esperamos pues que las Semanas Santas vendieras (ya no son tan santas) agarren a los upatenses y visitantes más unidos y abrazados en familia para encontrarnos con Dios y con nosotros mismos. Por Cristo, Nuestro Señor. El Salvador. Amén.















LAS BODEGAS, UNA TRADICIÓN EN UPATA

Las bodegas constituyen hoy día, una especie de pequeños centros de abastecimiento popular que por muchos años se mantienen vivas en esta ciudad, pero siempre aliadas a la economía familiar.
En un principio se les conoció como pulperías. Estas eran verdaderos centros o casas comerciales donde en los pueblos del interior de Guayana, surtían de corotos o bastimento a los obreros del campo y de las minas de oro de El Callao. Allí era el llegadero cotidiano. Todo allí giraba en torno de las pulperías.
       Vendían además balatá, cauchos y el famoso purguo. Y en algunas pulperías como las de Upata, El Palmar y Guasipati, era normal, la venta y expendió de ron blanco elaborado en los propios alambiques de estos pueblos.
            En Upata fueron muy famosas las pulperías de Don Antonio Rodríguez, upatense y Pedro Cova, rico y acaudalado comerciante cumanés que en la época de la fiebre del oro se había establecido en Upata. Eran los años de 1858 y 1860.
           Desde El Callao venían empresarios del balatá y del oro a buscar la despensa en las pulperías. Posteriormente a comienzos de la década de 1930, el término pulpería decayó notablemente y la gente las comenzó a llamar simplemente con el nombre de BODEGAS, al parecer por los grandes almacenes, depósitos y habitaciones que tenían un gran parecido con los de los barcos que hacían la travesía entre Ciudad Bolívar (Puerto Blohn) y la Isla de Trinidad.


BODEGA EL TORNILLO
UPATA


Pero la tradición se mantiene hasta nuestros días. Siempre apegadas al desenvolvimiento comercial de Upata y de otros pueblos del Sur guayanés.
       Fue muy notorio que las bodegas de Upata vendieran desde un azadón, pailas, clavos, palas, picos, machetes, aperos, conchas de báculas y hasta telas traídas del exterior que llegaban hasta Upata procedentes de Ciudad Bolívar, vía Trinidad. Por eso, las bodegas tienen fama y tradición en nuestros pueblos.
       Quien habla es el Señor Francisco “Tita” Lezama (a quien entrevistamos antes de fallecer), un curtido bodeguero de tuvo su bodega hace más de 50 años, nacido en Upata y a quien encontramos en su bodega “Los Amigos” de la Calle Piar cruce con Libertad, en el preciso momento cuando limpiaba una antigua balanza hoy en desuso, pero que es toda una reliquia en el Sistema de Pesas y Medidas. Pieza valiosa para el futuro Museo Tradicional de Upata.
        Dice Don Tita Lezama como lo llamaban cariñosamente “que su bodega ha sido gran amiga de toda la vida y que gracias a ella pudo educar a sus hijos. Para entonces comenta que en 1930, cada bodeguero pagaba una estampilla de Bs 1,50 mensual por concepto de industria y comercio.
       Otro veterano bodeguero fue el Señor José Tomás Manrique, a quien una vez el hampa le robó la caja con los reales, prendas y todo lo demás que había en ella. El robo se produjo cuando en un momento se dirigió hacia una habitación de la casa. Lo estaban cazando.
























TITA LEZAMA FUE UN EXCELENTE

    BODEGUERO EN UPATA.

Su bodega denominada “La Rosa” situada entre las Calles Bolívar y Beneficencia es la típica bodega upatense con todos los artículos de la dieta diaria.
      Hasta el utilísimo kerosene vendió Don Tomás en su bodega. Una vez le compramos una antigua balanza por Bs 300, oo que es toda una reliquia que conservamos como pieza para el Museo de Upata.
         Allí mismo frente a Don Tomás Manrique, se encuentra otra bodega con añeja tradición en Upata. Es la Bodega “El Esfuerzo” de Doña Julia Muñoz, conocida popularmente como “La Purga”.
       Seguramente cuando lea este trabajo cogerá alguna rabia. Pero el pueblo y sus clientes la llaman así. Es la tradición misma que tiene y su bodega en Upata.
        “No me retraten ahorita que estoy muy fea” nos dijo Doña Julia Muñoz, ya entrada en los setenta años. “Venga como a las cinco de la tarde que estaré bonita y bien arreglada” expresaba un poco molesta.
       Su bodega “El Esfuerzo” tiene características muy especiales y singulares a las demás. Aparte de vender artículos comestibles, también vende licores y hasta terminales de loterías. Pero tiene una vieja tradición.
       Allí Doña Julia elabora y vende la dulcería más deliciosa y solicitada de toda Guayana. Dulces de leche, e coco, de lechosa, de guayaba, biscochuelos, tortas caseras, suspiros, jaleas de guayaba, de mango y los famosos turrones argentinos cuya fórmula única y exclusivamente la tiene ella sola en Upata.
       Muchos son los encargos que le hacen ejecutivos, amas de casa, militares, empleados y hasta funcionarios oficiales para llevar a Ciudad Bolívar, Ciudad Guayana, Caracas, Mérida, Valencia, Maturín, Barcelona y toda la zona Sur y Oriental del país.
       La producción dulcera de Doña Julia Muñoz ha llegado a muchas regiones de Venezuela y con ella el nombre de Upata. Hoy valdría la pena industrializar la dulcería criolla upatense. Pero Doña Julia Muñoz ya no aguanta muchos años más nos dice. Detrás de ella, vendrás otros y otras, heredando esta antigua tradición.
      “Mi bodega es mi salvación” nos dice la anciana un tanto preocupada. Pero segura de su expresión. Y se despide brindándome un par de sabrosas tortas hechas por sus propias manos.
       Hubo que repetir otra ración porque el fotógrafo Fernando Silva si las encontró deliciosas. Porque él es upatense de pura cepa. Gracias Doña Julia, pronto volveremos por aquí! Empezaron a llegar los clientes. Adiós mijito. Nos dijo en una expresión muy típica y familiar en Upata.
     “No es fácil ni muy cómodo estar arrecostado detrás de un mostrador”, es la frase que nos disparó el Señor Demetrio Hernández, ya fallecido, cuando llegamos a su bodega que llevó su propio nombre. Y al frente de la cual tuvo unos cincuenta años.
         Su bodega estaba cerca del Mercado Municipal de Upata, Calle Miranda, Vía El Manteco. Nos dijo  con gran nostalgia “que antes las bodegas vendían de todo - mecate, alambres de púas, trampa para cazar ratones (ahora abundan mucho los gatos dice), lamparas venaeras, carburo, cueros y hasta medicamentos tales como cafenol, alcohol, agua oxigenada, emulsión de Scott, aspirinas Ross y como si fuera poco hasta plantas medicinales como cariaquitos morado, pencas de sábila, onoto, pasote, catuche, toronjil y quina para combatir el paludismo y muchos males que azotaban a nuestro pueblo cuando no existían médicos ni carros ni farmacias”.
        A pesar del largo tiempo transcurrido y del proceso inflacionario que ataca a Venezuela, las bodegas subsisten gracias a la tenacidad de los bodegueros, que son unos hombres comunes y corrientes del pueblo, padres de familia y hasta muchas veces fungen como orientadores de sus clientes. Pero mantienen viva esta antiquísima tradición  que pareciera marchar siempre agarrada al desarrollo vertiginoso y crecimiento de Upata.
       Y son muchos los bodegueros que siempre están sacando del hoyo a más de un empleado y trabajador limpio y trasnochado cuando éstos están en la más grande “peladera de bola”, prestando dinero y fiando la poca y corotos que tienen en sus viejos estantes de madera.
       Los bodegueros son los auténticos y genuinos comerciantes quienes de verdad requieren de los pequeños créditos y asistencia de quienes detentan el poder municipal, regional y nacional.







DOÑA MANUELITA ANDRADE, LA PARTERA DE UPATA

Como todos los pueblos y ciudades venezolanos, la ciudad de Upata tuvo en el pasado y tiene en el presente muchos personajes que van de lo folklórico a lo popular y tradicional, que vistos y analizados desde el rol y papel que desempeñan ellos, tienen un destacado interés y atractivo en el desarrollo de las actividades diarias de Upata, porque a decir verdad, son la esencia misma de la colectividad.
         Nuestro  personaje que describimos aquí, fue muy común para unos y desconocidos para otros, a lo sumo para las nuevas generaciones de upatenses. Los vimos a diario caminar por las calles y tal vez para muchos, su labor pasa desapercibida seguramente por ese ritmo acelerado de la vida y del tránsito automotor que invade a Upata y que a veces nos deja ciegos, sordos y mudos, es decir, asfixiados.
      Pero la vida de ellos, de alguna forma u otra tiene algún significado para el resto de los habitantes de esta pequeña urbe que crece en todos los sentidos y direcciones un poco desordenada.
     En tiempos ya idos siempre habíamos oído hablar de las famosas y buscadas comadronas que asistían el parto a las damas de más bajos recursos y también a las más pudientes. El trabajo que llevaban con tanta maestría y destreza era apreciado en gran consideración por la parturienta y sus familiares como era de esperarse. Estaba primera su vida y la del recién nacido o por nacer.





      A mediados del Siglo XX eran escasos los médicos en Upata y en todos los pueblos del sur guayanés. Faltaban también los hospitales organizados y dotados de medicinas. Las enfermeras muy pocas se contaban. Eran tiempos precarios. Apenas se escuchaba hablar de los Doctores Reyes Gordon, Eduardo Oxford y Raúl Van Pragg. Pero estos eran cirujanos. Sin embargo, asistían a las parturientas. tytytt























DOÑA MANUELITA ANDRADE, LA
PARTERA DE UPATA DURANTE 50 AÑOS.


Era un milagro conseguirlos desocupados. Entonces los familiares de la parturienta acudían a Doña Manuelita Andrade. El paño de lágrimas y la salvación de cada primeriza. Ella era la sempiterna y conocedora de esta delicada tarea que muchas mujeres upatenses jamás quisieron arriesgar. Había miedo y terror a que la parturienta y su cría murieran.
         Doña Manuelita Andrade nació en Upata el 30 de Diciembre del año 1910 cuando Upata era apenas un pequeño poblado de 3009 habitantes según el censo de la época. La madre de Doña Manuelita Andrade fue Teodora Andrade, nacida en la Isla de trinidad y su padre era nativo de la población minera de El Callao, quien se había desempeñado como un excelente joyero y orfebre en todas esas décadas.


DOÑA MANUELITA ANDRADE CARGANDO
A UN RECIÉN NACIDO

Doña Manuelita Andrade había trabajo con gran éxito como Enfermera con el Dr. Raúl Van Pragg, quien por años ejerció el apostolado de la medicina en el viejo Hospital Oxford donde hoy se encuentra la Brigada de Infantería de Selva. También había laborado con el fallecido médico Dr. Cristóbal Laprea, el cual vivió muchos años en Upata, donde también ejerció la medicina.
          Sus grandes amigas y colaboradoras más cercanas fueron las upatenses Laura Sofía Muñoz, Clara del Valle Rivas y Domitila Rivas, las cuales siempre admiraron el trabajo de Doña Manuelita Andrade y supieron de sus desvelos para que las parturientas salieran bien en sus partos. Ellas también aprendieron de Doña Manuelita muchas destrezas y habilidades.
         Doña Manuelita Andrade del antiguo Hospital Oxford pasó a trabajar como Enfermera y partera en sus últimos años en el actual Hospital Dr. Gervasio Vera Custodio cuando aún este centro asistencial no llevaba este nombre.
         Además Doña manuelita Andrade fue una destacada y valiosa Consejera Maternal ya que atendía diariamente a muchas damas de la sociedad upatense dándole múltiples consejos sobre como lograr una mejor concepción a la hora del parto. Diariamente atendía a las mujeres embarazadas sobándole la barriga con el objeto de que el feto lograra la mejor posición a la hora del parto, lo que muy difícil se realice hoy día. Es que Doña manuelita Andrade había heredado de su madre elevados conocimientos ancestrales que había traído desde la Isla de Trinidad.
       Ejerció su trabajo de partera y enfermera con mucha mística. Ética y profesionalidad. Eran tiempos difíciles.
       Sin embargo, Manuelita Andrade, dotada de un gran corazón, devota impenitente de San José y abnegada y preocupada mujer por los problemas de su pueblo, se lanzó con entereza y dedicación a prestar auxilio a cada mujer en vía de dar parto sobre todo a las que tenían mayores dificultades.
      Los conocimientos y la práctica sostenida de Doña Manuelita Andrade, la convirtieron en la partera del pueblo. Fueron alrededor de 50 años que estuvo estos menesteres que facilitó a las mujeres de todo el sur de Guayana con ahinco, pasión y corazón y con mucho orgullo de ser upatense. Ella formó parte de un grupo de damas de la sociedad de Upata que le dieron renombre, personalidad, identidad, alto sentido nacionalista, sentido de pertenencia y arraigo a la tierra upatense.
        Y jamás recibió dinero a cambio por los servicios prestados. Lo recibió cuando de buena fé la parturienta se lo entregaba. Y eso era una contribución para obsequio a los limpiabotas y el mantenimiento de la antigua Capilla de San José ubicada a escasos metros de la casa de Doña Manuelita.
       Hasta hace poco  (1990), Doña Manuelita Andrade estuvo atendiendo casos de partos. También manejó con mucho profesionalismo la inyectadora ya que a principios del Siglo XX había  pocas personas que lo supieran hacer.
        Dicen sus pacientes que tenía una mano como una pluma y hasta ella acudía mucha gente del pueblo.  Pero como partera fue que más  se destacó. Cuentan que una vez se presentó a la casa de Doña Manuela, una jóven como de 18 años con síntomas de parto, pero tenía miedo a las consecuencias por ser primeriza.
          Entonces Doña Manuela inmediatamente la atendió y la acostó en la cama (burro) y la preparó diciéndole insistentemente: PUJE! PUJE! PUJE LO MAS QUE PUEDA QUE USTED TIENE LAS CONDICIONES PARA TENER UN BUEN PARTO!.
       La jóven replicaba a sollozos: ¡Es que no puedo! Y Doña Manuela le respondía: “Le dije que pujara carajo y tenga paciencia que todo saldrá bien! Y en menos de media hora la joven había tenido un parto feliz y un hermoso niño de cuatro kilos y medio.
      Doña Manuelita Andrade tuvo tres hermanos: Luisa Vera Andrade, Aura Andrade y María Andrade. Todas eras muy católicas y nunca faltaban a las misas dominicales y rosarios en casas de familia. Tuvo un hijo llamado Tomás Teodoro Andrade, quien graduó de Ingeniero en la Universidad de Carabobo y vive en Upata. Un poco delicado de salud. Su nieta es la Lcda. Emperatriz Páez. Doña Manuelita Andrade falleció en Upata, el 10 de Agosto de 1995 a la edad de  85 años.
      Toda una matrona distinguida y un ideal sembrado en aras de la ciudad antañona que no vuelve que la vió  nacer hace más de 80 años. Una clínica privada lleva el nombre de Doña Manuelita Andrade como homenaje póstumo y recuerdo permanente a los brillantes servicios que ella prestó a Upata y su gente en tiempos difíciles y precarios.