La celebración de la Semana Santa en Upata hunde sus
raíces en los mismos tiempos coloniales, pasando por las guerras de
Independencia para adquirir gran fuerza y tradición a principios del Siglo XX,
cuando grupos de familias pudientes y también gente humilde del pueblo se
abocan al trabajo sostenido por la difusión de la fé cristiana y el
recordatorio de las etapas que vivió Jesucristo desde su nacimiento hasta su
crucifixión.
Desde
el año 1899, cuando Don Antonio Rodríguez, rico y acaudalado comerciante
upatense, padre que fuera del Doctor Carlos Rodríguez Jiménez, Hijo Ilustre de
Upata, mandó a construir el Santo Sepulcro con el ebanista y músico caraqueño
Juan Vicente Gutiérrez hasta hace poco años, la tradición de las procesiones
apoteósicas se ha conservado con muy pocas variaciones dice la escritora Isaura
Gómez de Ayala.
Antes
de 1899, el Sepulcro de Upata era blanco, forrado en raso como las urnas para
sepultar a los niños fallecidos. Don Antonio Rodríguez tuvo la feliz idea de
mandar a construir un Sepulcro que fuese réplica del Santo Sepulcro de la
Iglesia de San Francisco en Caracas. Este Sepulcro reposa actualmente en la
Iglesia Parroquial San Antonio de Pádua en Upata.
En el se puede admirar la magistral obra de
madera tallada, con flores en altos y bajos relieves ejecutada y burilada
artísticamente por el Maestro Juan Vicente Gutiérrez cuyo nombre lleva la Banda
del Ejecutivo Regional con sede en Upata.
El
Sepulcro durante muchos años fue guardado celosamente en la antigua casona de
Doña Francisca de Gómez, madre que fuera de la Maestra Isaura Gómez de Ayala,
la cual estuvo ubicada en la Calle Sucre frente a la Plaza Bolívar de Upata.
Luego de la muerte de Doña Francisca, el Sepulcro fue trasladado a la Iglesia San
Antonio de Pádua.
Regresando a la construcción del Santo Sepulcro upatense, fue necesario
que el ebanista y músico caraqueño Juan Vicente Gutiérrez y el rico empresario
Don Antonio Rodríguez viajaran a Caracas a observar el modelo del Sepulcro de la
capital venezolana, cuya obra acabada resultó exactamente igual.
El
Sepulcro salía en procesión el Viernes Santo a las tres de la tarde desde la
casa de los Rodríguez Jiménez. Don Antonio iba adelante del paso del Sepulcro
para guiar la marcha de los cargadores, quienes voluntariamente se ofrecían
para llevar sobre sus hombros tan preciada carga.
El
Cristo que aún se conserva en el Sepulcro es de madera tallada en España. Sus
brazos son de gozne y este mismo Cristo, el Jueves Santo, es llevado en la
Cruz, al estirársele los brazos.
Dos filas de hombres iban haciendo guardias, cada uno con un máuser
confeccionado en madera, tan exactos que parecen reales y que aún se conservan.
Para entonces era costumbre que niñas de la Primera Comunión sesenta
angelitos abrían el Paso del Sepulcro. Hoy esta tradición última ya no existe.
EN ESTA ANTIGUA GRÁFICA OBSERVAMOS LA PROCESIÓN DEL SANTO SEPULCRO EN LA UPATA
DE 1.940. COROTOTECA DEL HISTORIADOR PEDRO QUIJADA MARCÓ.
Ramilletes de flores se iban deshojando al paso de
la Procesión, una multitud de fieles inundaban con su presencia, las calles
Urdaneta, Sucre, Bolívar y Miranda, respectivamente. Dos horas se demoraba esa
Procesión, Salía a las tres de la tarde y entraba a la iglesia a las cinco de
la tarde, donde el sacerdote leía las siete palabras que Jesucristo dijo en la
Cruz. Terminados estos oficios religiosos, otra vez a las seis de la tarde
salía la procesión del Santo Sepulcro, seguido de la Santísima Virgen, San Juan
y la Cruz o el Sudario.
Siempre
el pueblo de Upata acompañó al Santo Sepulcro porque nació con una decidida
vocación cristiana la cual se conserva hasta hoy.
De
mano en mano pasaban las paraparas que recogían al pié del árbol de paraparo
que estaba sembrado al Sur de la Plaza Bolívar de Upata.
Este
hermoso árbol fue manado a cortar por un Prefecto mandón, rabioso y mediocre de
los tantos que ha habido en Upata, porque ensuciaba la Plaza. Con una historia
más o menos igual a los Prefectos de hoy. Siempre con la ignorancia y la
brutalidad por el medio.
La
Banda “Juan Vicente Gutiérrez” siempre entonando el Popule Meus que compusiera
el músico de la época colonial caraqueña José Angel Lamas.
La
Procesión nunca varió a pesar de que Don Antonio Rodríguez se marchó de Upata.
Pero le siguió Doña Francisca de Gómez. Y luego el Sepulcro lo guiaba Don Simón
Bolívar Maíz y sus hijos.
Así como también lo hacen en la actualidad,
Juan Bautista Riveras, Bartolo Somoza, Oscar Haro, Juan Bremond, Pedro Bolívar,
Macario González, Hermenegildo Arias, Oscar José Haro, Rafael Carpio, Jaime
Lenard, Cruz Parra, Porfirio Núñez y muchos otros.
La quema del Judas en la Piedra Santa María,
es una de las tradiciones que en Upata tiene más
de cien años de vigencia.
Pero a quien no podemos olvidar en esta altísima y
cristiana labor es el fallecido Miguel Bolívar (Miguelote), quien durante años
estuvo apegado a esta tradición religiosa del pueblo upatense.
Sobre las tradiciones típicas valga la pena
detallar que nunca ha fallado en la mesa del upatense, el consumo del famoso
pastel de morrocoy a pesar de que este quelonio ha sufrido una persecución
implacable; la Quema de judas que por más de medio siglo es llevada a cabo en
las piedras Santa María y Bogarín con lectura de testamento y demás; el juego
de la parapara casi desaparecido, las comuniones y los bautizos que jamás
fallan en esta Semana santa que a estas alturas luchan por su vigencia y
permanencia.
A la izquierda está
Cruz Parra, al centro está
Don Simón Bolívar
Maíz y a la derecha,
el Señor Miguel
Bolívar (Miguelote).
Esperamos pues que las Semanas Santas vendieras (ya no son tan santas)
agarren a los upatenses y visitantes más unidos y abrazados en familia para
encontrarnos con Dios y con nosotros mismos. Por Cristo, Nuestro Señor. El
Salvador. Amén.
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