Como
todos los pueblos y ciudades venezolanos, la ciudad de Upata tuvo en el pasado
y tiene en el presente muchos personajes que van de lo folklórico a lo popular
y tradicional, que vistos y analizados desde el rol y papel que desempeñan
ellos, tienen un destacado interés y atractivo en el desarrollo de las
actividades diarias de Upata, porque a decir verdad, son la esencia misma de la
colectividad.
Nuestro personaje que describimos aquí, fue muy común
para unos y desconocidos para otros, a lo sumo para las nuevas generaciones de
upatenses. Los vimos a diario caminar por las calles y tal vez para muchos, su
labor pasa desapercibida seguramente por ese ritmo acelerado de la vida y del
tránsito automotor que invade a Upata y que a veces nos deja ciegos, sordos y
mudos, es decir, asfixiados.
Pero la
vida de ellos, de alguna forma u otra tiene algún significado para el resto de
los habitantes de esta pequeña urbe que crece en todos los sentidos y
direcciones un poco desordenada.
En
tiempos ya idos siempre habíamos oído hablar de las famosas y buscadas
comadronas que asistían el parto a las damas de más bajos recursos y también a
las más pudientes. El trabajo que llevaban con tanta maestría y destreza era
apreciado en gran consideración por la parturienta y sus familiares como era de
esperarse. Estaba primera su vida y la del recién nacido o por nacer.
A mediados del Siglo XX eran escasos los médicos en Upata y en todos los pueblos del sur guayanés. Faltaban también los hospitales organizados y dotados de medicinas. Las enfermeras muy pocas se contaban. Eran tiempos precarios. Apenas se escuchaba hablar de los Doctores Reyes Gordon, Eduardo Oxford y Raúl Van Pragg. Pero estos eran cirujanos. Sin embargo, asistían a las parturientas. tytytt
DOÑA MANUELITA ANDRADE, LA
PARTERA DE UPATA DURANTE 50 AÑOS.
Era
un milagro conseguirlos desocupados. Entonces los familiares de la parturienta
acudían a Doña Manuelita Andrade. El paño de lágrimas y la salvación de cada
primeriza. Ella era la sempiterna y conocedora de esta delicada tarea que
muchas mujeres upatenses jamás quisieron arriesgar. Había miedo y terror a que
la parturienta y su cría murieran.
Doña
Manuelita Andrade nació en Upata el 30 de Diciembre del año 1910 cuando Upata
era apenas un pequeño poblado de 3009 habitantes según el censo de la época. La
madre de Doña Manuelita Andrade fue Teodora Andrade, nacida en la Isla de
trinidad y su padre era nativo de la población minera de El Callao, quien se
había desempeñado como un excelente joyero y orfebre en todas esas décadas.
DOÑA MANUELITA ANDRADE CARGANDO
A UN RECIÉN NACIDO
Doña Manuelita Andrade había trabajo con gran éxito
como Enfermera con el Dr. Raúl Van Pragg, quien por años ejerció el apostolado
de la medicina en el viejo Hospital Oxford donde hoy se encuentra la Brigada de
Infantería de Selva. También había laborado con el fallecido médico Dr.
Cristóbal Laprea, el cual vivió muchos años en Upata, donde también ejerció la
medicina.
Sus
grandes amigas y colaboradoras más cercanas fueron las upatenses Laura Sofía
Muñoz, Clara del Valle Rivas y Domitila Rivas, las cuales siempre admiraron el
trabajo de Doña Manuelita Andrade y supieron de sus desvelos para que las
parturientas salieran bien en sus partos. Ellas también aprendieron de Doña
Manuelita muchas destrezas y habilidades.
Doña
Manuelita Andrade del antiguo Hospital Oxford pasó a trabajar como Enfermera y
partera en sus últimos años en el actual Hospital Dr. Gervasio Vera Custodio
cuando aún este centro asistencial no llevaba este nombre.
Además
Doña manuelita Andrade fue una destacada y valiosa Consejera Maternal ya que
atendía diariamente a muchas damas de la sociedad upatense dándole múltiples
consejos sobre como lograr una mejor concepción a la hora del parto.
Diariamente atendía a las mujeres embarazadas sobándole la barriga con el objeto
de que el feto lograra la mejor posición a la hora del parto, lo que muy
difícil se realice hoy día. Es que Doña manuelita Andrade había heredado de su
madre elevados conocimientos ancestrales que había traído desde la Isla de
Trinidad.
Ejerció
su trabajo de partera y enfermera con mucha mística. Ética y profesionalidad.
Eran tiempos difíciles.
Sin
embargo, Manuelita Andrade, dotada de un gran corazón, devota impenitente de
San José y abnegada y preocupada mujer por los problemas de su pueblo, se lanzó
con entereza y dedicación a prestar auxilio a cada mujer en vía de dar parto
sobre todo a las que tenían mayores dificultades.
Los
conocimientos y la práctica sostenida de Doña Manuelita Andrade, la
convirtieron en la partera del pueblo. Fueron alrededor de 50 años que estuvo
estos menesteres que facilitó a las mujeres de todo el sur de Guayana con
ahinco, pasión y corazón y con mucho orgullo de ser upatense. Ella formó parte
de un grupo de damas de la sociedad de Upata que le dieron renombre,
personalidad, identidad, alto sentido nacionalista, sentido de pertenencia y
arraigo a la tierra upatense.
Y
jamás recibió dinero a cambio por los servicios prestados. Lo recibió cuando de
buena fé la parturienta se lo entregaba. Y eso era una contribución para
obsequio a los limpiabotas y el mantenimiento de la antigua Capilla de San José
ubicada a escasos metros de la casa de Doña Manuelita.
Hasta
hace poco (1990), Doña Manuelita Andrade
estuvo atendiendo casos de partos. También manejó con mucho profesionalismo la
inyectadora ya que a principios del Siglo XX había pocas personas que lo supieran hacer.
Dicen
sus pacientes que tenía una mano como una pluma y hasta ella acudía mucha gente
del pueblo. Pero como partera fue que
más se destacó. Cuentan que una vez se
presentó a la casa de Doña Manuela, una jóven como de 18 años con síntomas de
parto, pero tenía miedo a las consecuencias por ser primeriza.
Entonces
Doña Manuela inmediatamente la atendió y la acostó en la cama (burro) y la
preparó diciéndole insistentemente: PUJE! PUJE! PUJE LO MAS QUE PUEDA QUE USTED
TIENE LAS CONDICIONES PARA TENER UN BUEN PARTO!.
La
jóven replicaba a sollozos: ¡Es que no puedo! Y Doña Manuela le respondía: “Le
dije que pujara carajo y tenga paciencia que todo saldrá bien! Y en menos de
media hora la joven había tenido un parto feliz y un hermoso niño de cuatro
kilos y medio.
Doña Manuelita Andrade tuvo tres hermanos: Luisa
Vera Andrade, Aura Andrade y María Andrade. Todas eras muy católicas y nunca
faltaban a las misas dominicales y rosarios en casas de familia. Tuvo un hijo
llamado Tomás Teodoro Andrade, quien graduó de Ingeniero en la Universidad de
Carabobo y vive en Upata. Un poco delicado de salud. Su nieta es la Lcda.
Emperatriz Páez. Doña Manuelita Andrade falleció en Upata, el 10 de Agosto de
1995 a la edad de 85 años.
Toda una
matrona distinguida y un ideal sembrado en aras de la ciudad antañona que no
vuelve que la vió nacer hace más de 80
años. Una clínica privada lleva el nombre de Doña Manuelita Andrade como
homenaje póstumo y recuerdo permanente a los brillantes servicios que ella
prestó a Upata y su gente en tiempos difíciles y precarios.
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